En los grupos de personas siempre hay uno con decisión, uno con seguridad, nunca son dos, la pelea sería inevitable. Pero si llegase a faltar ese, sería reemplazado por otro, por uno que, hasta ese momento, no había opinado, pero la ausencia del otro lo haría aparecer. Y si llegase a faltar ese, aparecería otro, uno que nunca había llamado la atención, uno del que nadie hubiera imaginado nada. Y así hasta quedar uno solo, con uno mismo, obligado a decidir, por uno, para uno, uno que decide con uno, uno que se obliga a uno, uno que elige por uno, solo por uno y es que tal vez somos solo uno.
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