viernes, 29 de agosto de 2008

Algo para contar...algo inventado...algo real

Dónde estoy? Definitivamente esta no es mi casa. Cómo llegué acá? Es un ambiente living cocina muy grande, blanco, lindo, hay una lámpara muy rara, muy linda, hay otras cosas lindas, hay una persona. Quién es? Lo conozco? Él me habla como si me conociera y a mí también me parece conocerlo hasta me parece que me gusta un poco. Y yo le gusto? No sé, me parece que un poco sí, me habla como si tuviéramos confianza, si, si, y me da confianza, hasta creo que confío un poco, me resulta alguien familiar, pero quién es? Ahora que miro un poco más veo que el piso está sucio, está pegoteado, él me dice algo de una reunión que hizo ayer en su casa con amigos, 3 amigos creo, 2 amigos y su compañera de departamento. Quiénes son, los conozco a ellos? Aunque él me resulta muy familiar, como una persona cotidiana, no me animo a decírselo, no me animo a preguntarle, no sé, pero no me animo, por algo confío, pero por algo también desconfío. Habla un español raro, usa palabras mexicanas y tiene un acento raro. De dónde es? Cómo lo conozco?
De un cuarto sale una voz, es una chica, no habla español, pide café, habla en francés, él le responde en francés y yo entiendo el francés, pero no puedo hablarlo, las palabras llegan a la punta de mi lengua y se vuelven a guardar. Miro más atentamente el lugar y hay libros en francés, productos franceses y me empiezo a dar cuenta que no estoy en Argentina, que estoy en Francia. Pero qué hago en Francia, lo vine a ver a él? Tengo algo que decirle? Tengo algo que pedirle? En un momento él me va a preguntar si estoy ahí por él o por París, y yo me pondré toda colorada por dentro, un escalofrío me va a recorrer el cuerpo y rápido, muy rápido voy a decir que estoy por París, por París, es que no me animo, no me sale, no puedo decir que estoy por París pero también estoy por él, que estoy para estar con él en París, que leí un libro dónde me describían las calles de París, los puentes de París, los cafés de París y que una vez yo me imaginé todo eso paseando con él. Pero de dónde lo conozco? Y por qué quiero estar con él? Sé muy bien porque estoy en París, aunque no recuerdo cómo llegué, toda la vida quise visitar París, pero por qué estar con él? Pero esa pregunta viene más tarde. Ahora salimos los tres, la chica, él y yo, parece que vamos a encontrarnos con otras personas, tal vez conozca a alguna y pueda ayudarme a entender, salgo a la calle y sí, estoy en Francia, estoy en París y la felicidad invade mi cuerpo, y no puedo creerlo, estoy en París, tanto quise ir, y ahora estoy y estoy con él que me parece simpático y tan familiar, aunque después lo voy a negar y voy a decir que me resulta extraño verlo, es que lo hago para cuidarme, lo hago inconscientemente, miento sin darme cuenta, es que me tengo que cuidar, pero no se de qué. Caminamos por la calle y parece que llovió hace poco, la vereda está un poco mojada, pero el sol se está asomando y la va a secar. Y de pronto él desaparece , y vuelve a aparecer comiendo una pera y yo me río. Nos tomamos un colectivo parisino, los colectivos parisinos hablan, y yo por dentro me río, y miro todo a mí alrededor, la gente, los lugares por donde pasa el colectivo y sigo atontada e impresionada de estar en la ciudad más linda de todas. Él y la chica tienen una pequeña discusión en broma sobre el colectivo, porque era mejor tomar el metro, que tardamos menos, que caminamos menos, que convenía más. Ella no parece conocerme, no me conoce y yo tampoco la conozco a ella, pero es muy amable, no habla español, así que no hablamos mucho. Y llagamos a un lugar, una placita, un boulevard, y esperamos, porque parece que la gente está retrasada, que tienen que visitar a la mamá de uno de ellos. Caminamos un poco y saludamos a una personas, son la mamá, el hijo, la hija y la novia del hijo. La mamá y la hija no van a venir con nosotros, pero el hijo y su novia sí, parece que son las personas que esperábamos. Al hijo no lo conozco, pero un poco si, nunca lo había visto en mi vida, de eso estoy segura, pero tal vez alguna vez hablé con él, no puedo acordarme, aunque no tenemos mucha confianza en ese momento, alguna vez hablé y alguna vez le conté al hijo algo sobre mí, sí, sí, no lo conozco, pero un poco lo conozco al hijo. El hijo viene con una bolsa que le dio la mamá, con shampoo y jabón y yo pienso que regalos raros se dan las familias en París. Nos sentamos en un bar los 5, los bares de París son como los de Buenos Aires, no dejan fumar en su interior, así que se van a turnar para salir a fumar, pero yo no salgo, yo sigo mirando todo, ahora miro el bar, que tiene unas paredes altísimas y atrás de la barra hay muchos estantes con muchas cosas, me gusta ese bar, tiene un calor marrón y aire de antigüedad que me gustan.
La novia la verdad que me cae muy bien, no habla mucho español, pero lo intenta y aunque el hijo se burle, a ella no le importa, y me cuenta que canta, que antes cantaba tango, que se imagina los lugares de tango en Argentina como lugares oscuros, sensuales, íntimos y yo le digo que depende el lugar que no todas las milongas son así pero que algunas sí, es cuestión de ir y conocer. Salimos de ese lugar y yo todavía estoy tan sorprendida de estar en París que dejo de ocuparme de las personas con las que estoy, sigo un camino que para mi no tiene sentido, no tengo noción de dónde estoy parada, para que lado está la torre eiffeil, para qué lado está la casa de él, de dónde nos bajamos del colectivo, estoy totalmente desorientada y no puedo dejar de mirar todo a mi alrededor. Subimos por una calle con una pendiente bastante pronunciada y con mucha gente y todos hablan francés y yo me río por dentro porque ahora si que no entiendo nada. Entramos a un negocio de cerveza y me dicen que compre lo que yo quiera, el negocio es chico, pegado a cada pared tiene un mueble de estantes bastante alto de metal, lleno de cervezas, parece que son cervezas importadas de Bélgica o de algún lugar de por ahí, no me interesa mucho y no sé cuál elegir, hay muchas muchas clases y para mi es lo mismo, y las botellas son chiquitas, como individuales, hay pocas botellas grandes, agarro una y me dicen que tengo que agarrar otra y todos salen y yo me quedo y tengo que pagar y no tengo cartera, la dejé en la casa de él, de la impresión me la olvidé, y meto la mano en el bolsillo y tengo plata, de dónde salió? Y pago, pero me cuesta porque no entiendo bien lo que me dice el vendedor, pero al final nos entendemos, en cuestiones de dinero la gente siempre se sabe explicar y salgo y seguimos subiendo por la misma calle. Ahora sí les presto atención a ellos, o a él, porque de repente alguien me está llevando de la mano, me agarró la mano, con fuerza, como acompañándome, como guiándome, yo lo sigo y dejo que me agarre la mano, me gusta que me agarre así la mano. Escucho que estamos yendo a la casa del hijo a ver el atardecer desde su ventana, que tiene una vista muy linda de París, pero no saben si vamos a poder ver la caída del sol porque se volvió a nublar, París se nubla y se despeja todo el tiempo, muchas veces en un mismo día, una pequeña lluvia y sale el sol y vuelven las nubes y el sol las vuelve a empujar y así todo el tiempo, pero eso solo lo averiguaré con el transcurrir de los días. Llegamos a la casa, vive en un edificio alto, y es raro porque no había visto muchos edificios altos hasta ese momento, el hijo vive en el piso 13, subimos y es verdad tiene una vista increíble de París, se ve todo, todo, todo y es fantástico, pero está nublado, así que no podemos ver la caída de sol y él me sigue dando la mano, y me agarra el brazo y me toca una pierna, yo estoy un poco asustada, no sé bien por qué pero también estoy un poco contenta, y ya me quiero ir de ahí, me quiero ir con él y caminar por la noche de París y jugar a los encuentros y desencuentros como pasaba en mi libro de historias en París. Pero no nos vamos, abren una cerveza y otra y otra y comparten el polvo mágico, nadie dice que no al polvo mágico excepto yo, y digo que no, no sé bien por qué porque no quiero?, Porque me da miedo? O solamente porque no, pero con el polvo mágico la reunión, la fiesta, el encuentro o lo que sea nunca se termina, y va a ser tarde cuando me dé cuenta de eso. Y empieza a llegar gente y yo hago un esfuerzo para entender lo que dicen, lo que hablan, hasta que me canso y no lo hago más, y me quedo mirando la ventana y en un momento él va a empezar a hablar de mí y yo le voy a decir que esa no soy yo, que se está confundiendo con otra persona, hasta que me doy cuenta que si soy yo, que lo que dice si es algo sobre mi, y me voy a preguntar cómo lo sabe, y otra vez lo mismo de dónde lo conozco? Qué hago con él acá? Por qué él parece conocerme tanto sin conocerme? Pero hay mucha gente y no me animo a preguntarle. Proponen ir a comer a un restaurant que dicen que es muy lindo y caro, yo tengo poca plata en el bolsillo, pero pienso que me va a alcanzar, pero no tengo para prestarle a él, nos vamos a arreglar, yo no voy a tomar más vino ni cerveza. Salimos a la calle otra vez, ahora somos más, se sumaron dos vecinas del hijo. En el restaurant van a venir dos chicos más, yo hablo un poco pero no mucho, es que ya estoy cansada, con frío, con los pantalones y las zapatillas húmedos por la lluvia que viene y va, y salgo sola a fumar un cigarrillo y creo que nadie se da cuenta que me fui de la mesa. Levanto la cabeza y una luna redonda gigante hermosa me mira, y yo la miro y me emociono, porque la luna me emociona, se me llenan los ojos de lágrimas de estar en París mirando esa luna tan increíble, inmensa, brillante. Vuelvo a entrar al restaurant y él se sentó al lado de una de las vecinas, de la vecina rubia, y le dice cosas como te amo, estoy enamorado de vos y yo lo miro sorprendida, hasta un poco enojada, pero de qué me sorprendo? Por qué me enojo? Qué me una a él para que sienta eso? No encuentro una respuesta, así que me digo que esos sentimientos no son válidos, que no tengo que meterme en lo que hace o deja de hacer y me pongo a pensar que mañana si me despierto en París quiero visitar tantos lugares, quiero caminar por toda la ciudad, y si no es con él no importa. Nos vamos del restaurant a otro bar, tienen el polvo mágico encima así que la noche nunca termina, y yo ya me siento incómoda, me quiero ir, quiero estar un poco sola, mirando la luna, aunque en realidad quiero estar con él, pero él ahora está con la vecina morocha. La vecina morocha es una mujer muy rara, no habla español, pero en el camino hablamos en francés, me costó mucho entenderla, hasta que comprendí que me contaba que ella estaba loca, que tiene varias personalidades, que no tenía límites, y yo decía aja, aja y por dentro aplicaba mi propia filosofía contestando que límites tenemos todos, que vivimos en sociedad, que las normas existen para establecer un orden y ese orden no se rompe fácilmente y menos por la acción de una persona, pero puede ser que este un poco loca porque no entiendo porque me dice todo esto a mi, eso pensaba yo por adentro hasta que al final me cuenta que trabaja en la bolsa, y hay mucha presión en su trabajo y que todos los días hay gente que termina llorando y que ella se ríe de esos que lloran, entonces ahí yo pienso que no sé si está loca pero que es un poco perversa y ya me dejar de interesar hablar con ella. Pero ahora él está con ella y se van y vuelven y nos vamos todos a la casa del hijo otra vez. El hijo también coquetea con la vecina rubia y a mí me parece que la novia se da cuenta y está un poco molesta, no sé mucho francés pero estas cosas son universales. En la casa del hijo otra vez van a sacar el polvo blanco y eso quiere decir que no nos vamos. Miro la ventana y ahí está la ciudad de París de noche, llena de luces, veo la torre tan famosa y pregunto porque tiene esa luz giratoria en la punta y él y el hijo se van a burlar diciendo que es su faro, que del otro lado está el mar, y arriba de las luces de la ciudad voy a ver esa pelota plateada tan perfecta y me vuelvo a emocionar y quiero mostrársela a él y quiero decirle algo, porque hay algo con él y la luna, la luna llena me hace acordar a él, y él me hace acordar a la luna llena, nos habremos conocido en luna llena? Por qué nos une la luna llena? Y cuando me doy vuelta para preguntarle, esta vez si me voy a animar, veo que está ocupado con la vecina morocha, la está acariciando y veo que su boca se va a juntar con la boca de ella y me quedo helada y me pongo colorada y me quiero ir, la incomodidad es absoluta y después del beso van discutir sobre dinero para compra más polvo blanco, y yo me enojo y digo que basta, que no se dan cuenta de la luna increíble que está enfrente de ellos, que ese contraste entre lo lindo de la noche y esa vista magnífica con lo horrible de una discusión de plata por más polvo blanco es asqueroso, y que no se pelean más. Ya estoy muy cansada, me quiero ir, pero me tengo que ir con él, pero me empiezo a enojar con él por toda la situación, la novia ya se fue un poco enojada con el hijo, la vecina rubia ya se fue, los dos chicos del restaurant ya se fueron, me ofrecieron llevarme a la casa de él, pero él dice que no, que un rato más, que no tiene otra llave para mi, y ella, la compañera de departamento de él, también se quiere quedar, parece que empieza a coquetear con el hijo, porque le habla a él de una forma especial, le habla lento, le habla mirándolo a los ojos de una manera especial, no sé si el hijo se da cuenta, pero yo me doy cuenta de todas esas cosas. Ya es de día y la noche sigue, entonces me animo a decirle que me quiero ir, que estoy cansada, que quiero dormir, si, si, un ratito más, quiere subir a escuchar música a lo de la vecina morocha y yo me atrevo a decirle que no, que yo no quiero ir. Y un rato después nos vamos.